¿Cómo así que una Torta en una Lata?

Venga querido le cuento, que hasta mis sobrinos todavía me preguntan.

¿A qué no sabes porque nos inventamos esta locura?

Bueno, como todos saben, soy la Tía favorita de mis sobrinas. Y que no me escuchen mis hermanas.
Entonces, en el matrimonio de Lorenza, me pidió muy encarecidamente que hiciera la Torta Negra para los 200 invitados. Y le dije, ¡Por supuesto! Pues es mi especialidad y quería que todo saliera perfecto en su día especial.

Hice ingeniería, matemáticas y hasta geometría.¿De cuántos pisos, de qué diámetro? Me pregunté. ¿Cuántas manitos, cuántos litros de vino? Calculé.
¿Cómo vamos a llevar esa torta? Hasta me asusté. 

Finalmente fueron varias tortas de 3 pisos, con todos los ingredientes, como parte de la magia. Y en el día de la boda, todo salió mejor de lo esperado. Lorenza, preciosa como siempre, leyó sus votos, derramó un par de lágrimas y partió el primer pedazo del pastel. Mientras la fiesta comenzaba, los meseros pasaron sopa de ahuyama de entrada,cremosa y caliente que quemaba el paladar. Carne de res y espárragos de fuerte, que ni habíamos terminado y todos se paraban corriendo para ir y recoger el postre. 

Yo, sentada en una de las mesas principales junto a otros miembros de la familia, esperaba con expectativas, mientras se paraban uno a uno a servir su pedazo de torta. 
Y aquí empezó lo que me pareció más curioso de la noche - casi tan curioso como mis hermanos bailando reggaeton. 

Mientras los que me conocían, que sabían de mis dotes para la cocina, preguntaban si esa era la “famosa” torta que llevaba a las fincas y reuniones familiares, otros comensales pasaban con platos y después servilletas. ¿Es que acaso no podían repetir el mismo plato? 

¡El plato no se lo podían meter al bolsillo ni llevar al carro! ¿Qué están haciendo? Nos preguntamos en mi mesa. 
“Pues obvio, empacando un pedacito para comer después. Esta delicia, que dura días, se puede guardar en la nevera y hasta congelar, me llevo un pedazo pa’ más tarde”. 

Empacar un pedacito de Torta para regalar. Un pedacito de Torta para comer después. Así empezó todo. En un día de celebración del amor, en una mesa de postres, con un comensal antojado que no le dio pena empacar un pedazo para después. 


Y pasó un año o dos. De pronto tres. Llegó la lata y nos dimos cuenta que siempre fue más que una torta la que empacamos ahí adentro. Era mi historia y era Colombia. Era la historia de muchas familias que se reúnen alrededor de la comida para celebrar momentos especiales. Era conservar un secreto pasado por familias y generaciones. Era un regalo y más que eso, es lo que te hace sentir cuando lo regalas. Más que un sabor, sino la memoria a donde ese recuerdo te llevó. 

Una simple lata. Que cuenta una gran historia.

La Tía Blanca


1 comentario


  • Antonio

    Como se les ocurrió tan brillante idea?


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